miércoles, 27 de febrero de 2013

Voy por la vida, viviendo cansada de esquivar mil balas.

Difícil. Esa era la palabra que para mí lo describía todo, aun así para algunas personas era supremamente fácil: iba por la vida como un simple cabo en zona roja, siguiendo órdenes , sacrificándose, aferrándose a su fusil, esquivando balas día a día y adoptando soluciones cotidianas como la resignación a la vida que llevaba escogida o no.

martes, 26 de febrero de 2013

Sin tilde, por favor.

Soy poeta que ha perdido sus versos
una mirada en secreto, una nube gris
Soy blanco y negro, gris y azul, rojo y marrón
un punto dulce en el agua salada.


La frase #SIN TILDE, POR FAVOR# se la debo a un compañero, quien me contó una interesante historia sobre el por qué prefería que su nombre se escribiera sin tilde, el poema no tiene mucho que ver: pero esa frase detonó mi imaginación, así que: gracias Sebastian...


Sin tilde, por favor
¿qué ganas con ello? no llores, no acentúes la tristeza
ven a mi lado y sólo por un momento deja de lado el temor

acercándote deja tu camisa sobre la mesa.

Adelante, vuelve a pensar y llega a tomar tu decisión

piensa y luego átate a mí en un momento de desesperación
adéntrate con demencia a lo más profundo de mi subterfugio
y haz que este sagrado lugar sagrado e impuro sea irónicamente todo tuyo.

Atrás, rememora todo aquello que hemos vivido a lo largo de estos años

lo sabemos: han valido la pena todos los daños
y aun, a pesar de todo existe este miedo
claro que por ti, yo siempre accedo.


Date un respiro de aire frío: no enfatices tus dudas y razones

deja de tomar todo con tanto antelación y haz lo que deba ser: NO LO MENCIONES
y luego bebe todo lo que hay en mí: Sin tilde, por favor.

Mi retorcida imaginación: SIEMPRE

lunes, 25 de febrero de 2013

Normal

Y lo sabía: jamás había sido normal
Miraba a lo lejos
curvaba  una mueca
acomodaba mi siempre rebelde cabello 
y me entregaba nuevamente 
a la dulce cavilación de mis pensamientos...


Ellos tenían volcánicos cambios de todo
y yo lo sabía: jamás había sido normal

aun así en mi desequilibrio
cuidaba demasiado de mis movimientos..
Para que resultasen naturales
para que el tono obscurecido por el sol de mi piel
no se notara tan fingido
Para que lo obscurecido de mis cabellos
resaltara con mis finos movimientos


Quizá todo estaba bien y no había tomado en mi vida
los caminos equivocados..

Aun habían cosas buenas en mi mente
aun podía amar

aun podía ser feliz...

domingo, 24 de febrero de 2013

No sé cuando perdí la fe.

Había perdido la fe, en mí y en el mundo. Sólo tenía fe en ciertas cosas que a plena vista a mi mente se le antojaban imposibles. Aun así una parte de mí me decía que estas cosas se iban a realizar, que vería estos anhelos materializados.

No lo recuerdo muy bien y mucho menos sé en que momento pasó, quizá fue en ese momento en el que aprendí a conformarme con los golpes que me daba la vida: quizá en el momento en el que decidí que debía cambiar mi mundo sólo para continuar sobreviviendo, quizá en ese preciso instante en el que mi mente para salvaguardarme de las decisiones que mi corazón me hacía tomar había creado planes que quería realizar y sin embargo debido a esas infinitas dudas de no lograr lo que quería cada uno de esos planes tenía un plan de contingencia: pues bien, si no lograba sobrevivir a mi destino, no me iba a quedar parada haciendo nada, siempre había sido fácil que perdiera las esperanzas y que me cayera nuevamente al abismo del cual salía siempre: y salía siempre por el mismo hecho de no querer quedarme parada viendo como mi vida se desperdiciaba poco a poco, porque si, el tiempo pasa y no perdona a nadie: y yo conservaba la capacidad de soñar aun sin fe.

Sabía que había perdido en cierto sentido la razón y por eso, quizá sólo me atrevía a soñar: quizá porque luchaba sin perder mis objetivos de vista, quitándome la venda de mis ojos siempre. Tal vez porque no me resignaba a perder todo lo que había conseguido: mi vida no era del todo mala, quizá un poco desordenada con sólo dos cosas que iban en orden lógico: pero, ¿a quién engañaba? Mi vida nunca se había tornado de acuerdo a un orden lógico, aun cuando siempre me habían inculcado eso.

sábado, 23 de febrero de 2013

Sin título

Quizá sea cursi, después de todo es algo que se me acaba de ocurrir pensando en lo que siento. No tiene título porque no se me ocurre nada.
No es un muchacho raro, al menos; no tanto, nada que se pudiera ver a simple vista: Tiene grandes ojos café enmarcados con unas gruesas pestañas, manos pequeñas pero pesadas, tan pesadas que no podía medir su propia fuerza y también tiene un tono en su piel que se me hacía perfecto, ese tono es cobrizo. Tiene una voz grave que está acompañada de una sutil pesadez en las palabras que dirige a quien no conoce o a quien no le interesa mucho, también tiene una risa estridente que muchas veces es fingida, pero todas estas descripciones apresuradas sobre su persona cuando está conmigo cambian: habla muchas veces con la emoción de quien disfruta una conversación con la persona con la que se siente cómodo; suelo llamarlo de muchas maneras, muchas bastante cursi a mi parecer; suelo escribirle muchos poemas, aunque la gran mayoría no se los entrego y suelo pensar en sus abrazos cuando lo tengo lejos, y muchas veces se lo repito.

Creo que lo puedo decir nuevamente, no era un muchacho raro a simple vista: a mí me gustaba llenarlo de sonrisas y sentirme un poco como una canción de Bunbury: como la chica triste que lo hacía reír; pero que va! ya no era tan triste, incluso podría decir que ya no era triste: desde que el había llegado a mi existencia, había aprendido a sonreír con el corazón y a entregar la poca ternura que había en mí: muchas veces sólo pensaba en hacerlo feliz y aún lo pienso de ese modo.

A veces lo miro y él sólo se ríe,  le hablo con cariño y tuerce en su expresión una sonrisa que es la que más me gusta, él: es mucho más de lo que cree que es, más que mi mejor amigo, más que la persona que me brindaba compañía en la vida: al menos yo lo veía como todo lo que quería, tal vez porque derretía mi corazón con sólo una mirada: y yo sólo me sentía como en una especie de pertenencia a su persona: quizás porque le entregaba todo en un instante, como una tenue llamarada de fuego.

Quizá en conclusión yo sólo soy esclava de su manera de amarme.

jueves, 14 de febrero de 2013

Las dulces experiencias de un concurso de debate.

Bueno, lo más correcto sería hacerle la publicidad debida a el consejo académico de mi carrera por tan buena labor al momento de organizar lo que sería el primer concurso de debate y oratoria; también agradecer a la profesora que tuvo la cortesía de prepararnos y a cierto profesor(sobre todo a él) que me dio algunas instrucciones de último minuto regalándome un poco de calma en ese momento de tanta presión. Válida sea la cuña, prefiero pasar a contar mi pequeña experiencia.


El día 7 de febrero fueron las preliminares de lo que se había soñado como el primer concurso interno de la carrera de Derecho de mi Universidad,por mi parte cómo explicar los terribles nervios, el cómo el jurado así fueran profesores que ves a diario en tus clases te intimida o te causa pánico, el cómo intentas recordar todos los consejos que te dieron y más aún recordar algo que te pueda ayudar en el trascurso del debate. No mentiré, aprendí mucho y me pude controlar un poco más el día siguiente que eran las pruebas en sí; pero ese día, me dejé llevar por los nervios, no controlé muy bien el tema, dejé entrever un poco(o bueno para qué lo niego, fue mucho) mi frustración y realmente quedé en blanco en cuanto al tema que me correspondió: a la final, tuve que arreglarlo de una u otra manera y así hacer lo posible por pasar, cosa que logré (pero realmente pasé a raspas)

El día siguiente, ya era el concurso en sí y como no, todos los que habíamos pasado estábamos de los nervios: pero hubo algunas personas que no los demostraron en ese momento. De las etapas posteriores, puedo rescatar la preparación que tuvimos el tiempo de hacer, la organización de los integrantes del consejo académico, el dinamismo de los debates, los jurados que dieron espacio y sus miradas irradiaban tranquilidad, el respeto del público y los excelentes contrincantes.


Creo que ya finalizando, me quedé con un decálogo de consejos para un concurso de debate:

1) No demuestres tus nervios: Cambia el micrófono de mano si estás muy nervioso, da pasos con seguridad y no bailes en la tarima.
2) Calienta tu voz antes del concurso: Hay varios ejercicios que ayudan a que tu voz sea más grave y consigas mejor entonación sin que se te trabe la lengua.
3) Prueba el audio: Para que esté en acorde total con tu voz.
4) Esta atento a las noticias actuales: Los datos actuales realmente ayudan mucho a la hora de debatir todo tema.
5)Usa buenas figuras literarias: No salgas con una frase que suene grosera y/o altere las susceptibilidades de los presentes.
6)Sé agresivo sin atacar a tu contrincante.
7)Escucha a tu contrincante para poder atacar su moción haciendo ver al jurado sus errores.
8) Respeta el tiempo: Si bien generalmente se conceden 10 segundos de gracia, intenta que sólo queden 10 segundos antes de que el tiempo se te acabe.
9) Lee muy bien las reglas que te impongan y evita romperlas en cualquier situación.
10)Relájate, da lo mejor de ti mismo y disfruta a tu contrincante.

Y bueno puedo decir que quedé en segundo lugar, me siento orgullosa de mí.

lunes, 4 de febrero de 2013

Un pequeño escrito muy viejo.

Hace más o menos dos años, cuando aun estudiaba en el Colegio; tuve que leer lo que considero actualmente una de las más grandes obras literarias del mundo, pues bien: me refiero a "El perfume de Patrick Suskind" que para mí, es de esos libros que amas apenas lo tienes en tus manos. y ¿por qué digo todo esto? realmente quiero compartir el trabajo que nos hicieron realizar para la clase de Lengua Castellana. Era un escrito basado en esta novela que se titulara:

YO FUI UN PERFUME.

Era algo más de pasada la medianoche y como era una de mis misteriosas y arraigadas costumbres me hallaba observando apaciblemente la luna llena que se remontaba maravillosamente sobre mi cabeza: lucía hermosa, adornada por miles de luceros los cuales hemos denominado estrellas en nuestro curioso y muy humano afán de ponerle nombre a cada cosa que nos rodea... En un determinado momento de mi casi mágica ensoñación sopló una gentil brisa que mi rostro cubierto en lágrimas agradeció, estaba helada y me había ayudado a volver a la realidad. Pero era más que eso: a mis deiciseis años, prefería un arsenal helado a la calidez de mi ciudad, pero esto me desviaba del tema, la hiel del viento había traído consigo un aroma tan reconocido por mi olfato quien algo asqueado supo reconocer que hasta el viento era traicionero y cruel; había traído a nosotros (mi olfato, mi subconsciente y a mi misma) la imagen inmortal del aroma de tu piel y sus delicados tonos cobrizos: un aroma ardiente, atrayente y apasionante... Tan pronto como vino este pensamiento mi mente trazó uno de sus muy comunes planes maníacos, un castigo propio: un castigo impuesto por mí a mi maltrecho corazón; mis ganas eran desesperadas, quería sentir la calidez de tu piel de nuevo, quería ser ese perfume que robaba el aliento a cada mujer que te rodeaba.

Sí, definitivamente la cordura desaparecía poco a poco de mi siempre ágil y frío cerebro; quizás estuviera relacionado con las noches en vela estudiando suavemente los pocos recuerdos que tenía a tu lado, momentos reciclados que me hacían divagar en mi mente y llenarme de esperanzas, esperanzas que quería que fueran ciertas: todo esto me producía migraña y agotamiento mental; pero tenía a mi favor que la adrenalina me mantenía activa y que realmente era una inyección de emoción (y de felicidad aunque no me place admitirlo) a mis monótonos días... así, de momento sentí el cuerpo cayendo repentinamente en caída libre y comencé a y sentirme más extraña que de costumbre, realmente estaba completamente adaptada al triste vacío en mi pecho; pero esto ya iba más allá de todo esto: me sentía como líquida, como si de un momento a otro mis partículas se hubieran dividido: así supe que mi cínica fantasía se había realizado, al menos era tan vívido que si era un sueño (o pesadilla) yo lo tomaría en lo más profundo de mí como real. Debía mirar a mi alrededor, recuento de daños: era una técnica que había aprendido con el paso de los años: a reconocer mi cuerpo, examinar si estaba dañado  y hacer un análisis más a fondo del lugar en donde estaba: así supe que me hallaba en un frasco transparente; sobre mí podía decir que era de un tono grisáceo que rayaba a lo oscuro, lo cual parecía más que una extraña paradoja: coincidía de un modo u otro con el misterio de mi compleja personalidad, rara para muchos. Ahora y según mi olfato que permaneció intacto en ese momento, era esa esencia capaz de adicionar cualidades extra: ahí lo supe, era esa esencia que mi mundo dejara de girar, que te daba cierta ternura, que te brindaba un aura de amor, pasión y desenfreno (para mí era una caída efectiva al cien por cien); entonces bajo este orden de ideas, sólo era cuestión de tiempo para pasearme de tus manos a tu perfectamente imperfecta anatomía.


De mi alucinación (o lo que sea que fuese) la parte que más me agradó y cómo negarlo, me hizo sonreír; realmente fue como si me tomaras de la cintura de nuevo y me clavaras un beso apresurado con el efecto devastador que tenías en mí, fue en ese momento cuando me pasaste por las líneas perfectas de tu pecho, bajando a ese abdomen que tanto me gustaba; dejándome extasiada, de nuevo: dicho sea de paso. Así recordé como jugando dejaba marcas con mis dientes en tu hombro, en un afán de posesividad. Yo no lo ignoraba aunque tu sí, era perturbador el hecho de que fueras un flanco completamente difícil de pasar por alto: tu sonrisa tenía el toque perfecto de malicia, cierta pretensión, cierto arrebato cuando carcajeabas, todo eso encajada en una profunda naturalidad que me sorprendía.

A lo largo de una mañana silenciosa y decadente, tu vida realmente según mis cálculos(que acertaban de nuevo) no era fácil, pero aun así tenias cierto hechizo que impactaba a las personas que te rodeaban, quizá un efecto un poco hipnótico para el que no te conocía muy bien, aun así note algo curioso: no dabas golpe sin pensarlo, tu mente era una fría máquina que te obligaba a dejar a punto todos los engranajes y ahí radicaban todos tus problemas. Por una caótica razón que no explicaré ni bajo tortura: eso hacía que fueras un imán para mis ojos, que ignorando todo lo que eras física y mentalmente, te miraban con el amor que sólo puede sentir un niño pequeño, un amor puro. De todos los que se habían cruzado en mi vida y mi mundo, tu habías derrotado todas mis defensas, habías acabado conmigo: qué bonito, ya estaba aceptando que te quería.

No era idiota, al menos no mucho: sabía que en algún momento mi fantasía tendría que acabarse; mis partículas iban evaporándose en una mezcla dulzona que se hacía producto de tu sudor, así terminó mi alucinación o fantasía: realmente nunca supe que fue, pero yo había pasado un día completo analizándote a fondo, tatuada en tu cobriza piel y tu jamás lo sabrías.

Repito, todo lo anterior es producto de mi retorcida imaginación.
Excepto la imagen que la saque de algún buscador de por ahí.